domingo, 28 de agosto de 2011

Capitulo 3 Objetivos


            Miraba por la ventanilla el paisaje urbano, era siempre igual, todas las ciudades se parecían, el coche de Roberta era un Opel Corsa de último modelo, color amarillo metalizado, tan impecable por fuera como por dentro, de hecho no había ni un solo objeto personal en el coche, estaba como recién comprado, era como si no tuviera personalidad, conducía elegantemente por la ciudad, ni un fallo, como una profesora de autoescuela, no apartaba su vista de la carretera, al tiempo llegamos al aeropuerto de Fiumicino o también llamado Leonardo Da Vinci, situado unos 25 kilómetros al sur – oeste de la ciudad.

Una vez fuera del coche esperamos en la parada de taxis durante casi 20 minutos, los taxistas no paraban de trabajar, había mucha afluencia de visitantes, desde la puerta de la terminal un hombre nos hacía señales, miré a Roberta, pero ella estaba convencida de que era el contacto, entramos en la terminal y nos sentamos todos en una cafetería, el contacto iba vestido como un turista, llevaba una mochila y una riñonera, rondaría los 60 años, su pelo ya era canoso.

-          Me encantan los libros de Dan Brown, son muy buenos los recomiendo - dijo el hombre despreocupadamente
-          Entonces regálame el que tienes tu – contestó Roberta.

El anciano mantuvo silencio, y se aseguró que la camarera andaba lejos para poder escucharnos, me percaté de inmediato que el principio de la conversación era una contraseña para asegurarse que no éramos impostores.

-          Se os ha encomendado una misión importante, los documentos originales con el logotipo y demás, fueron destruidos, ahora pueden estar en un simple folio, en una memoria, en un CD, o a saber donde, quiero que lo encontréis.
-          Espere… - le interrumpí, - me hicieron buscar esos documentos teniendo en cuenta el logotipo y la persona que los había robado, pero no se que son, podría tenerlos en la mano y no saber que los tengo, ¿que hay en esos documentos?

El anciano miró a Roberta, luego a mi, embozó una pequeña sonrisa y sacó un libro de la mochila junto a un ordenador portátil.

-          En el libro tenéis lo que necesitáis para usar el ordenador, en cuanto a tu pregunta… Roberta fue asignada a esta tarea porque ella sabe que son esos documentos, ella puede contestar a tus preguntas.
-          Entiendo, ¿Qué hay del pago? – pregunté inmediatamente ya que se disponía a marcharse.
-          10 millones de euros.
-          ¿Qué? – respondí sorprendido
-          Escúchame bien, si la cagas no te llevas nada, el alto precio es un claro ejemplo de la importancia que representa esos documentos, haced lo que sea, pero encontradlos, si falláis, procurad no pisar un lugar civilizado donde pudiéramos encontraros.

No supe que responder, enseguida me di cuenta que no se admitía el fracaso, que el precio sería ser perseguido por otros asesinos, Roberta no había dicho nada y se limitaba a escuchar, recogió el libro y el ordenador, guardó el ordenador pero el libro lo abrió, le echó una rápida mirada a todas las hojas y se quedó en la ultima.

-          Muy bien, los objetivos, están por todas partes, estamos en un aeropuerto internacional, mirad el libro y elegid por donde empezar a buscar, eso es todo, que os divirtáis – se levantó y se alejó caminando sin mirar atrás.

Nos quedamos un rato mas en la cafetería, habíamos pedido un bocadillo y unos refrescos como escusa para permanecer allí sentados, le pedí el libro a Roberta, era una ejemplar que se había vendido mucho en los últimos meses, nadie le llamaría la atención un libro que todo el mundo tiene, en la ultima pagina que en general siempre es blanca habían escrito a bolígrafo, a la derecha de la pagina figuraba nueve nombres con sus respectivos apellidos, en la parte central alineados a los nombres, unos códigos numéricos de siete cifras, era probable que fueran códigos para acceder a información del sujeto en el ordenador, y por ultimo en la parte izquierda de la pagina los países en los que habitaban.

Alphonse Schneider      1863512           Alemania (Munich)
Iker Ormaetxea            2962981           España (S. Sebastian)
Christopher White        3173294           EE.UU (Dallas “Texas”)
Kumiko Wang              9412743           China (Lhasa)
Mahmûd Saadí             7264913           Egipto (El Cairo)
Nikolai Petrov              3284018           Rusia (S. Petersburgo)
Hiyori Sayuki                5926163           Japón (Kyoto)
Marcelo Salazar           7831096           Uruguay (Montevideo)
Irasema Bentos            8320365           Brasil (Sâo Paulo)

No podía creerlo, todos y cada uno de los objetivos habitaban en diferentes países, cabía la posibilidad de que los documentos solo le hubieran llegado a una de estas personas, y las demás fueran para despistarnos y hacernos perder el tiempo, el hecho que nos enviaran solo a Roberta y a mi, significaba que a pesar de las prisas por recuperarlos, no quieren que mucha gente sepa de la existencia de esos papeles, miré la lista una vez más, para asegurarnos de que no enviara el documento a mas de un contacto, tendríamos que visitarlos a todos y neutralizarlos.

Mientras intentaba pensar la forma mas rápida de ir a todos esos lugares, Roberta se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla, en ese momento las letras del libro eran imposibles de leer, incapaz de pensar, me había quedado en blanco, como si se llevara toda mi concentración, ella sonrió, tenía que reconocer que era preciosa, o mas que eso, entonces entendí que el tiempo que íbamos a tardar en encontrarlos a todos, estaría a solas con ella y encima era posible que nos tocara fingir ser una pareja.

-          Es hora de comenzar, sugiero ir primero a EE.UU, desde allí podemos ir a la frontera con México, y marchar a Brasil y Uruguay. – me dijo sin apartar sus ojos de mi.
-          ¿Por qué no empezar por Asia?
-          Son documentos importantes, digamos que Morati, lo hizo para vender la tecnología al extranjero, ¿que mejor comprador que EE.UU?
-          ¿Qué tecnología?, vas a tener que explicarme de que van esos documentos

Roberta se apartó y me quitó el libro de las manos con sutileza, miró los paneles informativos, un avión salía dentro tres horas al aeropuerto internacional de Dallas- Fort Worth.

-          Confía en mi, cuando lleguemos a Dallas, alquilaremos un hotel por unos días y te lo explicaré todo allí, ahora no hay tiempo es una historia bastante larga y no puedo hablar de eso en una cafetería.

Asentí con la cabeza, me levanté y pagué la cuenta, era la hora de facturar, Roberta también se levantó y me cogió del brazo con total confianza mientras soltaba una risita, al parecer le gustaba jugar conmigo, sin duda iba a ser un viaje muy largo.

domingo, 21 de agosto de 2011

Capitulo 2 Dejando el hogar

Una serie de pitidos interrumpió el silencio de la noche, abrí los ojos lentamente y miré el reloj digital que tenía encima de mi mesa de noche, era uno de esos relojes con los números grandes para no tener que dañarme la vista, eran las 5:00 AM, aún era de noche y la mayoría de la gente se levantaría una hora mas tarde, pero tenia que estar un paso por delante de ellos o por lo menos eso me hizo aprender mi instructor.

Me coloqué al borde de la cama y empecé a hacer abdominales y tríceps, así durante treinta minutos, cuando acabé, fui al baño, el termo estaba estropeado pero no me había molestado en arreglarlo, el agua fría era lo mejor para espabilarse, estaba alojándome en un pequeño piso de alquiler, era una pocilga que se salvaba porque era un maniático del orden y la limpieza, pero aún así las paredes con humedad, las puertas y ventanas de madera hinchada, las pequeñas visitas no deseadas en la cocina y en el baño, así como los muebles del principio del siglo XX lograban que todo mi esfuerzo por hacer este lugar confortable se fuera a la mierda.

-          Es una lastima que nadie quiera matar al casero – murmuré. Me vestí con un polo Lacoste de rallas rojas horizontales, unos pantalones cortos piratas con muchos bolsillos y unas zapatillas deportivas Adidas.

Preparé la maleta para el viaje, ropa, perfumes, calzado, documentos de identidad, dinero, material de aseo y pocas cosas más, el problema de los aeropuertos era lo difícil por no decir imposible de trasportar armas, después del 11 de septiembre las medidas de seguridad en los aeropuertos internacionales había aumentado con creces y sobornar a los policías ya no era viable, por suerte la agencia contaba con contactos en casi todos los países donde operábamos, era ya las 8.00 AM y había puesto la televisión, miraba el canal de noticias, emitían una noticia sobre Berlusconi, al parecer habían agredido al presidente mientras caminaba entre la multitud, alguien le había lanzado una estatuilla o algo por el estilo, me decepcioné al saberlo.

-          Fue demasiado fácil agredirlo, que vergüenza…

Pum Pum, giré mi cabeza y miré la puerta, caminé hasta la puerta sin hacer ruido y miré con cuidado por la mira, era Lole, la vecina de al lado, era una mujer madura que no llegaba a los cuarenta, bastante atractiva, de pelo corto rubio, vivía sola con su hija de 16 años Vanesa, era importante para ellas hacer vida social, su marido del que ya está divorciada, la maltrataba, todas las mañanas me traía el periódico y hablábamos un poco, ella me contaba su vida y yo la escuchaba pero no le contaba nada de mi vida, me había calificado como un chico “misterioso”, en una ocasión su ex marido llegó a encontrarla, aporreaba la puerta y la amenazaba para que saliera, <<¡tarde o temprano tienes que salir puta!>>, <<¡cuando la zorra de tu hija salga del instituto no la volverás a ver!>>, no estaba acostumbrado a escuchar toda la noche a una mujer llorando por miedo a morir, simplemente no les daba tiempo a llorar, algo en mi despertó y decidí actuar por mi cuenta.

Abrí la puerta y allí estaba Lole con una sonrisa sincera, sonreí y cogí el periódico que me ofrecía, miré sus ojos y no pude entender como una mujer amable y linda como ella había caído en las manos de un monstruo, pero entonces una voz interna me corrigió << si lo sabes >>, una chica que se enamora perdidamente del cuerpo de un chico, no llega a conocerlo del todo y queda embarazada, viéndose atrapada con él en un entorno familiar hostil, no se quieren están juntos por responsabilidad, pero él nunca fue responsable, y tampoco nunca la quiso, solo quería disfrutar con ella y le había reprochado el haber quedado embarazada, sentí lastima.

-          Estas muy guapo esta mañana, sales a algún sitio – me preguntó de pronto mientras estaba sumergido en mis pensamientos.
-          Eeehhmm si… salgo de viaje hoy.
-          ¿En serio? ¿A donde?
-          No lo sé señora… - me miró como si estuviera enfadada, había olvidado que no quería       que yo la llamase señora, por alguna razón... – Lo siento… Loli – sonreí, no sé a donde voy, cuando llegue al aeropuerto decidiré.
-          Que suerte poder hacer eso, tiene que ser muy divertido, entonces no sabes cuando volverás… terminó en tono triste
-          No, no lo sé… - Se hizo un silencio embarazoso que quise romper - ¿Quiere una taza de café? me sale muy bueno.
-          Claro…

Cerré la puerta de la casa y fui a la cocina la invité a sentarse en el sofá mientras preparaba el té, la televisión seguía emitiendo las noticias, la miré de reojo, estaba sentada a un palmo de mi pistola, que estaba oculta bajo el sofá, ella me sorprendió mirándola y me avergoncé, embozó una pequeña sonrisa en la comisura de su boca, me di cuenta que iba vestida con ropa de andar por casa, por un momento sentí como si hubiera retrocedido cinco años atrás cuando estaba casado, Lole me había preguntado sobre el anillo en una ocasión y le había contado todo, la única vez que había sido sincero con alguien en mi aspecto amoroso, el olor a café era evidente, incluso a mi se me hacía la boca agua, bebimos juntos en el sofá.

-          Te veo un poco mas alegre últimamente - le dije para romper el hielo
-          Si… mi ex marido no ha vuelto a acercarse a nosotras, me siento más tranquila.

Mantuve silencio, al parecer no sospechaba la posibilidad de que hubiera muerto, la misma noche que llegó para amenazarla le seguí con mi coche, vi que entraba en un bar, era un hombre con algunos tatuajes visibles, parecía el típico hombre que se había estancado en la inmadurez y que aún pensaba que tenia 19 años, me bajé del coche y me puse al lado del suyo, un coche sucio y abollado con un montón de estampas de mujeres en pelotas por toda la tapicería, volví a mi coche y aparqué cerca, me quedé allí hasta que volvió a salir a las tantas borracho y ciego.

Estar en un barrio famoso por la violencia y las drogas era perfecto, ajusté el silenciador de mi pistola, me bajé del coche, caminé hasta él mientras miraba a los lados, no había nadie en las ventanas ni en la calle, era el momento, silbé para llamar su atención y miró, cuando lo hizo le metí una bala en la cara, su cuerpo dio dos pasos largos hacía atrás y cayó sobre el capó del coche, metí las manos en mi bolsillo y saqué una bolsa de cocaína, que había comprado para momentos como ese, le eché por encima la sustancia, y tiré la bolsa a un lado, guardé la pistola y me quité los guantes, caminé tranquilamente hasta el coche y volví a casa, la policía lo denominaría como un ajuste de cuentas, Lole y Vanesa no tendrían que preocuparse mas por él, lo había hecho gratis, porque quería hacerlo.

Pum Pum Pum… volvieron a tocar la puerta, me levanté y miré por la mirilla, era esa chica, Roberta, Isabelle o como quiera que se llamase… el trabajo de un asesino era pasar desapercibido totalmente pero de la forma en la que se peinaba y vestía, estaba seguro de que a la vista de un hombre no escapaba, abrí la puerta y fingí alegría, la chica se sorprendió, la hice entrar y entonces su cara de asombro desapareció cuando descubrió que había una mujer sentada en mi sofá.

-          Lo siento Lole – le dije dirigiéndome a ella, - pero me voy ya, te presento a mi hermana ha venido a buscarme.


Lole se levantó y dejó la taza en la mesita, parecía sorprendida de hecho era normal llevaba mucho tiempo aquí y nunca le había hablado de una hermana.

-          Hola encantada, me llamo Roberta, espero que mi hermano no te haya causado problemas – dijo mientras me miraba riendo como si le divirtiera la situación.

-          Hola me llamo Lole, soy la vecina, no sabía que Marcus tuviera una hermana, y además muy guapa...
-          Gracias… - parecía que fuera mi hermana de verdad, era muy buena actriz, incluso tuvo la desfachatez de entrar en cocina y registrarme la nevera como muestra de… confianza entre hermanos.
-          Bueno yo vuelvo a casa, tengo que prepararme para trabajar, que tengáis un buen viaje los dos… - Luego se dirigió a mi – llámanos de vez en cuando ¿vale?
-          Claro… no te preocupes.


Lole salió y cerró la puerta tras de si, solo pasaron diez segundos para que Roberta se partiera de risa, era una risa de niña que se había salido con la suya, ahora podía verla mejor, zapatos de tacón negros, una falda corta que hacía que las demás parecieran largas, casi se le podían ver las bragas, sospecho que si subiéramos escaleras no sería difícil verlas, una camisa blanca que dejaba ver su escote, llevaba el pelo con una coleta como una cola de caballo, entonces me pregunté de donde la habían sacado, o como había acabado en este trabajo.

-          No sabía que te gustaban maduritas… ahora entiendo porque no me hiciste tanto caso en la celebración – dijo provocándome.
-          Ahora eres mi hermana ¿recuerdas?, vamos a Fiumicino, estoy preparado.

viernes, 19 de agosto de 2011

Capitulo 1 Encargo


Estaba anocheciendo, conducía por la ciudad rumbo a una celebración, ya había pasado una semana desde mi ultimo encargo, la prensa se había hecho eco del suceso, pero sin darle la mayor importancia denominándolo suicidio, sin embargo bajar la guardia era algo que no podía permitirme, no podía saber si la información que la prensa daba a la gente era real o ocultaban información por el bien de la investigación policial, sin embargo aunque así fuera, no había dejado la mas minima prueba de mi identidad.

La agencia me pagó la cuarta parte por no haber recuperado los documentos, pero les había proporcionado nueve direcciones de email y aún no se habían comunicado conmigo, poco me importaba, llevaba una vida normal en Roma y el tiempo se me pasaba volando en mis labores cotidianas.

Cuando llegué, vi a un hombre que me hacía señales, iba uniformado, era un aparca coches, me indicó un hueco donde aparcar y coloqué el coche con cuidado entre un Mercedes y un BMV, había llegado por fin, apagué el contacto del motor y el coche dejó de hacer ruido, tenía que sonreír, fingir esa parte de mi que no existía, era lo mas divertido de todo, mis dos lados, el lado blanco y el lado negro, mis dos personalidades hacían que mi vida no fuera aburrida, luego de cinco años viviendo en Roma había hecho amigos y uno de ellos se casaba hoy, no me pasé por la iglesia, porque siempre odiaba esos edificios, pero la celebración era otra cosa.

Abrí la puerta y al poner un pie fuera el móvil comenzó a vibrar, miré la pantalla iluminada, había recibido un mensaje de la agencia, un mensaje codificado.

-          Esta noche no…, no voy a ponerme a descodificar esto ahora

Metí el móvil bajo el asiento del conductor y salí del coche, iba vestido con un terno oscuro, elegante, camisa negra y corbata roja, unos zapatos que me habían costado un ojo de la cara y el pelo engominado, cerré la puerta del coche y me miré en el retrovisor.

-          Perfecto… - pensé y sonreí, cerré a distancia con el mando.

Caminé hasta la entrada donde un hombre pedía las invitaciones, me paré justo en frente de él y me metí la mano izquierda dentro de la chaqueta, recordé la última vez que había hecho ese gesto para sacar el arma y sonreí.

-          ¿Ocurre algo?
-          No, nada – saqué la invitación – aquí tiene.
-          Disfrute de la celebración señor
-          Gracias, eso haré

Una vez dentro el lugar era inmenso, había muchas mesas redondas, con ocho sillas cada una, las mesas tenían muchos cubiertos y vajillas de aspecto caro, camareros al parecer muy experimentados caminaban deprisa de un lado a otro con bandejas llenas y vacías, había mucha decoración, globos, una mesa alargada al final donde se supone comerían los recién casados con sus padres y además un pequeño escenario donde tocaría una banda musical, por algún motivo sentí tristeza, recordé mi propia boda hace mucho, miré mi mano, y allí estaba mi anillo de compromiso, a pesar de que ella muriera prometí no quitármelo, alejé esos pensamientos de mi mente, y caminé entre las mesas hasta que vi una con mi nombre Marcus Ponso, me senté en ella, no había llegado mucha gente todavía.

Había refrescos en la mesa y me serví un poco de seven up, me encantaba el vino, pero tenía que volver en coche y estaba convencido de lo desagradable que sería ser detenido por la policía portando armas en el coche, poco a poco se fue llenando mi mesa y las mesas de los demás, nos sirvieron los entrantes y empezamos a picar, apenas hablé con nadie en la mesa, a excepción de algún tema trivial como el tiempo o el futbol, sin embargo, la ultima silla fue ocupada por una chica joven que tenía como 26 años, preciosa de ojos oscuros y pelo largo negro, tenía un cuerpazo increible y llevaba un vestido bastante provocador que algunos ya se la estaban comiendo con los ojos, aunque yo tuviera 28 me sentía como un viejo dada su cara de adolescente, parecía estar sola, la noche se había vuelto interesante.

Los recién casados llegaron y todos aplaudieron, mi amigo estaba sonriente y muy feliz, la novia era preciosa, llevaba un vestido blanco muy bonito, se dieron muestras de cariño en repetidas ocasiones, la sala oscureció y un proyector mostró fotos de ambos cuando eran niños hasta que eran adultos, la gente reía con algunas fotos graciosas, miré a la chica de mi mesa y para mi sorpresa, ella me estaba mirando en ese momento, cuando cruzamos miradas me lanzó una sonrisa y me puse nervioso, desvié la mirada y pensé en las demás chicas que tuve que matar cuando se acercaron mucho a mi verdadera identidad, lo máximo a lo que podía aspirar era al rollo de una noche, era arriesgado tener a alguien cerca todos los días.

Los novios se hicieron fotos en cada mesa, cuando estaban por llegar a la mia fui al baño, no podía dejarme fotografiar en publico, cualquier precaución era poca en mi trabajo, cuando volví a la mesa fingí lastima al perderme la foto y me di cuenta que la chica también se la había perdido, la banda comenzó a tocar y las personas se levantaron y comenzaron a bailar, alguien me tocó el hombro desde atrás, me giré, la chica se agachó y me susurró

-          ¿Bailamos?
-          Claro… - respondí de inmediato casi sin pensarlo

Me levanté, y comenzamos a bailar un vals, nos mirábamos fijamente a los ojos, ella sonreía y parecía querer hablar mientras bailábamos, estábamos muy cerca el uno del otro, tenía mi mano en su cintura y la mirada de muchos en mi, podía sentir la envidia de los demás, lo cierto es que era tan increíble que parecía no ser real, mi vista se había clavado en sus ojos y pestañear era perderse un segundo de ella.

-          Me llamo Isabelle, encantada de conocerte

Me sorprendí, me había fijado en el nombre que figuraba en la mesa, era otro nombre.

-          Creía que tu nombre era Roberta…
-          Jajaja – rió, me cogió la nuca y cuando pensaba que repentinamente iba a besarme puso sus labios en mi oreja y me susurró de nuevo.
-          Y yo creía que en ves de Marcus te llamabas Giovanni

Mis ojos se abrieron de par en par, me aparté de ella, y la dejé sola en la pista de baile, empecé a caminar rápido hasta la salida, saqué las llaves del coche y le dí al mando para abrirlo, esa chica sabía mi verdadero nombre, había utilizado el nombre de Marcus durante los cinco años que había estado viviendo en la ciudad, nadie debería saber mi verdadero nombre, solo la agencia, pensé en la posibilidad de que fuera policía, abrí la puerta del coche y me senté dentro, estaba apunto de arrancar cuando recordé el mensaje de la agencia.

Metí la mano bajo el asiento, lo cogí, busqué el mensaje, lo descodifique y comencé a leerlo.

“Agente Juliet Zulú 2.8.9.3 Nuevo encargo.

Se ordena nuevamente la búsqueda del documento 389, objetivos identificados, se le ha asignado un compañero para la misión, el agente Bravo Charlie 7.2.4.6, ha llegado a Roma y se encontrará con usted muy pronto, en cuanto establezcáis contacto, dirigíos al aeropuerto, a la parada de taxis y uno de nuestros agentes les dará la información de los objetivos.”

Pim pim, me asusté, miré la ventanilla del coche y era la chica aquella de nuevo, llevaba la pistola en la guantera y estaba preparado para cogerla.

-          Así que tu eres mi nuevo compañero, no me ha costado nada encontrarte

Me tranquilicé un poco, todo empezaba a tener sentido

-          ¿Por qué simplemente no me lo dijiste desde el principio?, además no necesito un compañero, yo siempre trabajo solo.
-          Eres un grosero, aunque no se si es peor la forma en la que me hablas o haberme dejado tirada en la pista de baile, pero al menos bailabas bien
-          Bailar bien es necesario, nunca se sabe si será útil para acercarse a un objetivo.
-          Así que lo haces por trabajo… lastima…

No sabia a que venia todo eso, cojí un bolígrafo, apunté mi dirección en un trozo de papel y se lo entregué.

-          Me alojo en esa dirección, ven mañana a primera hora, tendremos que hablar del trabajo.
-          Entendido Giovanni
-          Aquí llámame Marcus

Dije acabando la conversación, subí la ventanilla del coche y me manché de la celebración con el estomago revuelto, había comenzado la misión mas difícil de mi vida.

jueves, 11 de agosto de 2011

Prólogo


Los niños jugaban en la calle, gritaban y se divertían, un vecindario tranquilo en medio de la bulliciosa Roma, era Jueves, y casi todos estaban trabajando en la ciudad, salvo unos pocos. Un coche apareció de pronto a gran velocidad por aquella calle llena de niños, estos se apartaron para evitar ser atropellados, era un Fiat punto nuevo impecable, con un solo ocupante, al llegar al final de la calle entró en el jardín de unas de las casas y aparcó frente a su garaje.

La casa estilo villa Italiana, había permanecido vacía durante días, los ocupantes, habían salido de viaje, sin embargo aquel hombre bajó del coche a toda prisa, llevando consigo una carpeta, sin cerrar el coche, hurgó en su bolsillo y sacó un amasijo de llaves, pero dio enseguida con la correcta y entró en la casa, cerró la puerta tras de si y corrió hasta el salón, allí había un portátil, lo abrió y mientras se encendía sacó de la carpeta unos papeles que les costaba leer, porque las manos le temblaban.

Llegué al vecindario y no tardé en ver el Fiat punto frente a una bonita casa, entonces me di cuenta, era la casa de su novia, sabía que le seguirían pero no pensaba que iríamos a por Sara también, tenía suerte, posiblemente estaban los dos dentro, aparqué por delante de la casa junto al arcén y me bajé del coche, llevaba puesto un uniforme de cartero, me coloqué la visera y me emocioné, me encantaba mi trabajo.

Me acerqué a la puerta mientas admiraba la casa, estilo Italiana, dos plantas, porche y arcos, ventanas amplias y tejados lleno de tejas rojas preciosas.

-         Es un buen lugar para él – pensé mientras sonreía

Al llegar a la puerta saqué mi pistola, era un beretta 92 de 9 mm, la coloqué por debajo de mi cintura entre la puerta y mi cuerpo para evitar que algún vecino curioso la viera y toqué la puerta, el timbre era una melodía que había escuchado en alguna parte, pero no recordaba de donde, nadie contestaba…

-         ¡¡Cartero!!

Seguía sin contestar nadie, entonces me di cuenta que había dos formas, romper la puerta o engañarlo para que viniera a abrir la puerta, había que agotar todas las posibilidades, así que pensé en utilizar a su novia.

-         ¡¡Carta certificada para Sara Gnesa!!

Pensé que no iba a servir de nada pero escuché ruidos en el interior y alguien acercándose a la puerta, la estaba abriendo, coloqué la carta falsa delante del arma y sonreí cuando miró desde el huequito de la puerta, al verme, se tranquilizó.

-         Solo necesito una firma y le dejo el paquete aquí, ¿es usted su hermano?
-         No, pero puedo firmar en su nombre.

Abrió la puerta por completo, miré a un lado y a otro, saqué la pistola y se la coloqué en la boca, el hombre asustado levantó las manos y articuló una palabra que no llegué a entender, lo empujé hacía dentro y cerré la puerta, le agarré la nuca y le apreté contra el arma para que no se moviera, lo arrojé sobre el sofá, el hombre estaba alterado, respiraba muy rápido y temblaba mucho, miré alrededor, parecía no haber nadie mas en la casa, el aire olía a quemado, el sofá estaba lleno de papeles y había un ordenador portátil en la mesa encendido, miré la pantalla mientras le apuntaba, vi que estaba metido en su correo electrónico.

-         Bueno, simplemente ni se te ocurra moverte – le ordené
-         ¿Quién coño eres tu? – me preguntó más asustado que nunca, puesto que le apuntaba a la cara.

Le esquivé la pregunta…

-         Esos papeles… ¿que son?
-         Cosas de mi trabajo, variantes, hay mucho dinero en la caja fuerte, cójelo, pero no me hagas daño.
-         ¿Variantes?, me pregunto que dirían en la agencia…

El temblor se detuvo de pronto y sus ojos parecían salirse de sus orbitas, estaba completamente sorprendido, algo se le había pasado por la cabeza y entonces entendió lo que estaba pasando

-         Hey… por favor… no… no lo hagas
-         Morati… tenias dinero, una buena chica, y la cagaste… ¿para que?, me molesta la gente moralista ¿sabes? Que gilipollas eres.

Tensé el brazo y le disparé entre las cejas, el sonido fue apagado por el silenciador, la cabeza de Morati se inclinó hacía atrás, un agujero rojo y negro se dibujó en su frente, el cráneo se abrió por la parte posterior manchando de sangre el sofá y la pared, lo contemplé durante unos segundos, sentí algo en mi interior, era maravilloso, esa sensación en mi interior era increíble me había acostumbrado a sentirla, desenrosqué el silenciador y guardé el arma, miré los papeles y me di cuenta de mi error.

-         Joder… ¡¡ese hijo de puta!!, esto son… ¡¡¡apuntes de matemáticas!!!

Grité mientras agarraba y escachaba los papeles con las manos, los arrugué en una bola y se los tiré en su cara ensangrentada, entonces recordé el olor a quemado al entrar en la casa y corrí a la cocina, había restos de papeles en el fregadero sin duda los verdaderos documentos, regresé al salón y como ultima opción miré el ordenador portátil, había borrado el mensaje que envió, pero en el correo solo tenía a nueve personas, apunté sus nombres y cerré el ordenador.

-         Carbón… te gusta jugar con fuego ¿no?, a mí también.

Salí de la casa mientras se quemaba todo en su interior, todas las pruebas, manipulándolo todo parecería un suicidio, monté en el coche y me fui, era la hora de hablar con el cliente.