domingo, 28 de agosto de 2011

Capitulo 3 Objetivos


            Miraba por la ventanilla el paisaje urbano, era siempre igual, todas las ciudades se parecían, el coche de Roberta era un Opel Corsa de último modelo, color amarillo metalizado, tan impecable por fuera como por dentro, de hecho no había ni un solo objeto personal en el coche, estaba como recién comprado, era como si no tuviera personalidad, conducía elegantemente por la ciudad, ni un fallo, como una profesora de autoescuela, no apartaba su vista de la carretera, al tiempo llegamos al aeropuerto de Fiumicino o también llamado Leonardo Da Vinci, situado unos 25 kilómetros al sur – oeste de la ciudad.

Una vez fuera del coche esperamos en la parada de taxis durante casi 20 minutos, los taxistas no paraban de trabajar, había mucha afluencia de visitantes, desde la puerta de la terminal un hombre nos hacía señales, miré a Roberta, pero ella estaba convencida de que era el contacto, entramos en la terminal y nos sentamos todos en una cafetería, el contacto iba vestido como un turista, llevaba una mochila y una riñonera, rondaría los 60 años, su pelo ya era canoso.

-          Me encantan los libros de Dan Brown, son muy buenos los recomiendo - dijo el hombre despreocupadamente
-          Entonces regálame el que tienes tu – contestó Roberta.

El anciano mantuvo silencio, y se aseguró que la camarera andaba lejos para poder escucharnos, me percaté de inmediato que el principio de la conversación era una contraseña para asegurarse que no éramos impostores.

-          Se os ha encomendado una misión importante, los documentos originales con el logotipo y demás, fueron destruidos, ahora pueden estar en un simple folio, en una memoria, en un CD, o a saber donde, quiero que lo encontréis.
-          Espere… - le interrumpí, - me hicieron buscar esos documentos teniendo en cuenta el logotipo y la persona que los había robado, pero no se que son, podría tenerlos en la mano y no saber que los tengo, ¿que hay en esos documentos?

El anciano miró a Roberta, luego a mi, embozó una pequeña sonrisa y sacó un libro de la mochila junto a un ordenador portátil.

-          En el libro tenéis lo que necesitáis para usar el ordenador, en cuanto a tu pregunta… Roberta fue asignada a esta tarea porque ella sabe que son esos documentos, ella puede contestar a tus preguntas.
-          Entiendo, ¿Qué hay del pago? – pregunté inmediatamente ya que se disponía a marcharse.
-          10 millones de euros.
-          ¿Qué? – respondí sorprendido
-          Escúchame bien, si la cagas no te llevas nada, el alto precio es un claro ejemplo de la importancia que representa esos documentos, haced lo que sea, pero encontradlos, si falláis, procurad no pisar un lugar civilizado donde pudiéramos encontraros.

No supe que responder, enseguida me di cuenta que no se admitía el fracaso, que el precio sería ser perseguido por otros asesinos, Roberta no había dicho nada y se limitaba a escuchar, recogió el libro y el ordenador, guardó el ordenador pero el libro lo abrió, le echó una rápida mirada a todas las hojas y se quedó en la ultima.

-          Muy bien, los objetivos, están por todas partes, estamos en un aeropuerto internacional, mirad el libro y elegid por donde empezar a buscar, eso es todo, que os divirtáis – se levantó y se alejó caminando sin mirar atrás.

Nos quedamos un rato mas en la cafetería, habíamos pedido un bocadillo y unos refrescos como escusa para permanecer allí sentados, le pedí el libro a Roberta, era una ejemplar que se había vendido mucho en los últimos meses, nadie le llamaría la atención un libro que todo el mundo tiene, en la ultima pagina que en general siempre es blanca habían escrito a bolígrafo, a la derecha de la pagina figuraba nueve nombres con sus respectivos apellidos, en la parte central alineados a los nombres, unos códigos numéricos de siete cifras, era probable que fueran códigos para acceder a información del sujeto en el ordenador, y por ultimo en la parte izquierda de la pagina los países en los que habitaban.

Alphonse Schneider      1863512           Alemania (Munich)
Iker Ormaetxea            2962981           España (S. Sebastian)
Christopher White        3173294           EE.UU (Dallas “Texas”)
Kumiko Wang              9412743           China (Lhasa)
Mahmûd Saadí             7264913           Egipto (El Cairo)
Nikolai Petrov              3284018           Rusia (S. Petersburgo)
Hiyori Sayuki                5926163           Japón (Kyoto)
Marcelo Salazar           7831096           Uruguay (Montevideo)
Irasema Bentos            8320365           Brasil (Sâo Paulo)

No podía creerlo, todos y cada uno de los objetivos habitaban en diferentes países, cabía la posibilidad de que los documentos solo le hubieran llegado a una de estas personas, y las demás fueran para despistarnos y hacernos perder el tiempo, el hecho que nos enviaran solo a Roberta y a mi, significaba que a pesar de las prisas por recuperarlos, no quieren que mucha gente sepa de la existencia de esos papeles, miré la lista una vez más, para asegurarnos de que no enviara el documento a mas de un contacto, tendríamos que visitarlos a todos y neutralizarlos.

Mientras intentaba pensar la forma mas rápida de ir a todos esos lugares, Roberta se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla, en ese momento las letras del libro eran imposibles de leer, incapaz de pensar, me había quedado en blanco, como si se llevara toda mi concentración, ella sonrió, tenía que reconocer que era preciosa, o mas que eso, entonces entendí que el tiempo que íbamos a tardar en encontrarlos a todos, estaría a solas con ella y encima era posible que nos tocara fingir ser una pareja.

-          Es hora de comenzar, sugiero ir primero a EE.UU, desde allí podemos ir a la frontera con México, y marchar a Brasil y Uruguay. – me dijo sin apartar sus ojos de mi.
-          ¿Por qué no empezar por Asia?
-          Son documentos importantes, digamos que Morati, lo hizo para vender la tecnología al extranjero, ¿que mejor comprador que EE.UU?
-          ¿Qué tecnología?, vas a tener que explicarme de que van esos documentos

Roberta se apartó y me quitó el libro de las manos con sutileza, miró los paneles informativos, un avión salía dentro tres horas al aeropuerto internacional de Dallas- Fort Worth.

-          Confía en mi, cuando lleguemos a Dallas, alquilaremos un hotel por unos días y te lo explicaré todo allí, ahora no hay tiempo es una historia bastante larga y no puedo hablar de eso en una cafetería.

Asentí con la cabeza, me levanté y pagué la cuenta, era la hora de facturar, Roberta también se levantó y me cogió del brazo con total confianza mientras soltaba una risita, al parecer le gustaba jugar conmigo, sin duda iba a ser un viaje muy largo.

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